viernes, 8 de marzo de 2013

CONTINUAMOS CON LAS DEMANDAS DEL PUEBLO


Hasta el momento hemos venido planteando las necesidades que surgen en nuestro municipio. Esperemos que con el paso del tiempo, el Gobierno de estado, conjunto con el Presidente Municipal de nuestro municipio se den soluciones a nuestras peticiones que se han hecho hasta el momento. Más que nada se espera que se solucionen en las comunidades rurales donde aun no cuentan con los servicios básicos. El periodo de gobierno que ha de concluir el Sr. Bartolo Moreno (2010-2013), lo habremos de calificar en base de su trabajo que haya laborado en su administración. Nosotros como profesionistas de progreso insistiremos que se cumplan con las propuestas, que el alcalde se comprometió en su candidatura.

Sabemos perfectamente que de diez alcaldes solo dos son honestamente responsables con las necesidades del pueblo.

C. Bartolo Moreno B.
Queremos que apoye a los estudiantes de escasos recursos, para que ellos sigan estudiando y obtengan una profesión. Hemos encuestado a varios  estudiantes de nivel básico y nivel medio superior, donde ello nos comenta que tienen el sueño de obtener una profesión de calidad. Cuando no tienen para estudiar los jóvenes deciden trabajar en lo que encuentren, sinceramente en las zonas rurales no hay trabajos que te paguen bien, en ocasiones deciden entrar al narcotráfico, todo por ayudar a sus familia en cuestión de gastos. Lamentablemente en nuestro municipio no contamos con escuelas de calidad, si al caso abra alguna pero esas escuelas obviamente tienen que ser particulares. Una familia humilde no le alcanza para pagar los estudios, en muchas ocasiones apenas les alcanza para comprar la alimentación. Es por el cual pedimos que contribuya con la juventud de hoy (bien ya sea mediante becas económicas o alimenticias). Y así ellos logren sus meritos, y salgamos de la ignorancia.

En otro caso también apoye a las personas que presentan con alguna discapacidad, mayores de edad y familias humildes. Ya sea mediante despensas o programas que realmente beneficien. Hay personas que ni siquiera cuentan con ningún apoyo gubernamental.  

Reiteramos que se electrifiquen en las comunidades que aun no se han concluido, debido que es una rama fundamental en las familias y posteriormente todos los servicios más elementales de una comunidad.

Todas estas peticiones son para el bienestar del pueblo. No es solo para una familia. Esperemos que mediante esta página web usted le llegue esta información.

Más por el momento quedo bajo su respuesta.
Seguiremos trabajando honestamente para un municipio prospero y moderno. Lo que buscamos es que cada vez haya menos pobres en México, no solamente trabajamos para este municipio. Estamos programados para todo México.

“El verdadero combate empieza cuando uno debe luchar contra una parte de sí mismo. Pero uno sólo se convierte en un hombre cuando supera estos combates

DERECHO FUNDAMENTAL A MERCANCÍA


Todo ciudadano tiene derecho a la información: “El derecho a la información será garantizado por el Estado…” (Artículo 6º constitucional). En el Artículo 7º se indica que: “Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública”. En una palabra, según esto, todos tenemos el derecho de expresar libremente nuestras ideas y de estar informados sobre el acontecer mundial, nacional y local con el detalle necesario, y todos somos iguales ante la ley. La información, ciertamente, es un derecho ciudadano fundamental, que satisface necesidades de convivencia social, como participar en la política y decidir sobre los asuntos públicos; contribuye a la plena realización del ser humano como hombre de su tiempo, conocedor de la sociedad en que vive, consciente de su papel dentro de ella y del carácter de sus relaciones con los demás; en fin, es un modo de asimilación de toda la cultura pasada y presente.

No obstante lo anterior, en la realidad las cosas son muy distintas. Como todo en la economía capitalista, la información se ha convertido en mercancía, que como tal se vende a quien tenga para pagarla. Y aunque formalmente considerada como un bien público, ha sido monopolizada, y convertida en fuente de cuantiosas ganancias, en correa de transmisión para la formación ideológica, y en mecanismo de manipulación política. De todo ello le ha venido el mote de “cuarto poder”.

Ejemplo de este fenómeno fue el famoso empresario Randolph Hearst, creador de la llamada prensa “amarillista”, y dueño de un imperio periodístico en los Estados Unidos a principios del siglo pasado, desde donde se catapultó al Congreso (Hearst fue el personaje real que inspiró la famosa película Ciudadano Kane, de Orson Welles). Conocidísimo actualmente es el caso de Silvio Berlusconi, hasta hace poco, primer ministro italiano, gracias a la influencia de su emporio Mediaset, que incluye empresas de publicidad, prensa escrita, televisión e Internet, que cubren el 50% de la audiencia italiana y el 66% del mercado de publicidad. La revista Forbes lo ubicaba en 2005 como el hombre más rico de Italia y el número 25 en el mundo.

A nivel mundial, en noticieros de televisión, cuatro compañías deciden lo que usted y yo, amable lector, podemos ver: Reuters Televisión, con una audiencia de 2 mil millones de personas); World Television Network, que llega a 3 mil millones de televidentes; BBC World Service, mil millones, y CNN (700 millones). Un oligopolio de sólo cinco empresas detenta el control del 90 por ciento de la publicidad en el mundo: WPP, aatchi&Saatchi, Interpublic, Omnicom y Dentsu. Destaca también el gran negocio de medios del australiano-americano Rupert Murdoch, dueño de News Corporation, que controla 132 periódicos, 25 revistas, dos grandes editoriales, 12 estaciones de televisión, la cadena Fox y Sky, así como varios canales de cable y un estudio de cine (Fuente: Guerra y Propaganda, de Naief Yehya). Agréguese a ello que en los Estados Unidos, siete empresas controlan la industria editorial. En fin, la lista es larga, e incluye monopolios de prensa y medios electrónicos en todos los países del mundo.

Y la venta de sus “servicios” alcanza precios inasequibles para el ciudadano común. Sólo a título de ejemplo, en México, en noticieros televisivos estelares y en los programas con mayor rating, un anuncio de 20 segundos cuesta entre 520 mil y 620 mil pesos (más o menos diez mil días de trabajo pagados con salario mínimo). Si usted quiere expresar sus pensamientos y ejercer la sacrosanta libertad de prensa, el precio de una plana en cualquiera de los tres principales diarios mexicanos oscila entre 140 mil y 270 mil pesos, y en una cadena de radio nacional, usted pagará 70 mil módicos pesos por tres minutos aire. Nuestro empobrecido pueblo no puede ejercer derechos tan costosos, cuando no tiene ni para comer.

Pero la información es más que una simple mercancía y fuente de ganancias: debidamente dosificada y “administrada”, es parte fundamental de los engranajes de la ideología y la política. Información es poder, suele decirse, aunque también vale decir que poder es información. Quien está francamente desinformado, o sólo conoce fragmentos inconexos, verdades a medias, simples ecos, o bien, información vieja, ya muy sabida; quien sólo sabe de “chismes” y noticias del anecdotario, no conoce su realidad; consecuentemente, no podrá actuar sobre ella, y será inexorablemente víctima de la más vil manipulación. La información, además, tiene calidades, y los poderosos se reservan la privilegiada, la que realmente vale y sirve para la toma de decisiones.

El poder de los medios es casi absoluto. Deifica figuras de la política y el espectáculo; la información, tamizada y descontextualizada, permite ocultar lo que afecte a los poderosos y destacar, o inventar, supuestas virtudes. Y, en contraparte, muchos medios de comunicación se han convertido en instrumento para golpear y bañar de lodo a organizaciones y líderes políticos verdaderamente populares y libres. Esto incluye los anónimos, que con absoluta impunidad se lanzan, vía Internet, contra ciudadanos indefensos, sin obligación alguna de probar lo dicho ni dar oportunidad de defensa.

En fin, aunque se insista en lo contrario, en las sociedades modernas la libertad de expresión y de información no existe. Necesitamos recuperarla. Para ello, el pueblo debe exigir su derecho a estar informado, y los medios deben acercarse al interés social sin temor a la verdad; debe terminar asimismo la impunidad de que, gracias a su poder, gozan muchos de ellos para calumniar, escudados en la libertad de expresión. En resumen, el pueblo seguirá extraviado mientras no descubra los intereses que se ocultan tras la información que recibe, y mientras siga creyendo que existen informadores neutrales y noticias inocuas y apolíticas.

Chihuahua, Chih, a 08 de Marzo de 2013

 

EL PUEBLO NECESITA EDUCACIÓN POLÍTICA


Es el nuestro un pueblo despolitizado, desconocedor de las relaciones de poder, de su origen y de los mecanismos de dominación, circunstancia ésta que le ha condenado por siglos al sometimiento y la explotación. En la percepción popular, la política es una actividad de lo peor, convertida por los gobernantes en verdadero trapeador, vil e inescrupulosa por antonomasia, propia de funcionarios embusteros y abusivos, que se dedican a saquear los recursos públicos. Este cinismo en el ejercicio del poder ha generado en el pueblo franca animadversión ante eso que llaman política: de ahí los altísimos niveles de abstención electoral. Pero esta salida instintiva no resuelve los problemas sociales; los pueblos siguen siendo víctimas de los políticos y el sistema que representan, pues al excluirse de la toma de las decisiones, las dejan en manos de aquéllos.

Dada su importancia histórica, la política ha sido concebida por las grandes inteligencias de todos los tiempos como actividad humana fundamental, al menos mientras existan las condiciones económicas y sociales que la originan, a saber: el conflicto entre clases sociales o sectores de clase que pugnan por el predominio. Aristóteles y Platón analizaron el fenómeno con gran profundidad. Categoría central en ella es el poder, relación expresada por Weber así: es “aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado entre los distintos grupos de hombres que lo comprenden" (Max Weber, El político y el científico). En Gramsci, el pilar de la política, "es el que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basa en este hecho primordial, irreductible […] ciencia política significa ciencia del Estado y Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados". Menos francos, los científicos adosados al aparato de poder han suavizado el concepto, convirtiéndolo en sólo “participar en los asuntos públicos”, en términos puramente administrativos, encubriendo así su esencial carácter de clase, bajo una apariencia light.

La política es ubicua; está en las iglesias y las organizaciones deportivas, entre los científicos, en las universidades, en los ejidos y sindicatos, etc. Es el caso, por ejemplo, del profesor que aspira a ser director de escuela, o el estudiante que quiere encabezar una sociedad de alumnos; ambos hacen política, pues participan en la lucha por el poder, aunque sea de manera encubierta, no confesando siempre su propio interés, y ocultando que son también políticos; caben aquí también aquéllos que se dedican sistemáticamente a difamar a un determinado partido, grupo o persona, pero, sin decir a quién quieren encumbrar en su lugar.

Ciertamente, en los niveles más elementales de la política, un individuo aislado podría tener algún éxito, pero en cuanto se plantee hacer cambios sociales mayores, la tarea adquirirá mayor complejidad y, por necesidad, será siempre cuestión de equipos. Y no olvidemos que se hace política de manera consciente o inconsciente, pasiva o activa, pues como dijera Mao Tse Tung, los neutrales no existen; idea expresada ya por José Martí en otros términos: ver en silencio un crimen es cometerlo.

Pero aprovechando la instintiva reacción popular de rechazo a esta actividad, se ha puesto de moda una especie de políticos que niegan ser políticos, y se autodenominan “ciudadanos” y “sin partido”. Éste es un mimetismo muy común en las universidades, donde para legitimarse y alejar de sí toda sospecha, se autodenominan “académicos puros”, aunque muchos de ellos en realidad no lo sean. Se les conoce porque empiezan siempre sus discursos con este cliché: “quiero aclarar que yo no pertenezco a ningún grupo político”, pero en los hechos, como verdaderos tartufos, se dedican afanosamente a buscar el poder.

Quienes fomentan en los estudiantes la fobia a la política hacen mucho daño, pues cuando éstos egresen y busquen un empleo o lo desempeñen, la encontrarán en todos los poros de la sociedad, y no estarán preparados para orientarse en ella. Al pueblo debe educársele políticamente, haciéndole ver que esta actividad, si bien envilecida por los gobernantes, es mucho más que eso: es, puede ser, instrumento de progreso social, y debe ser rescatada. Mucha política hizo Abraham Lincoln para abolir la esclavitud en Estados Unidos (y después Martin Luther King contra el racismo). También pertenecía a un partido, el liberal, el benemérito Benito Juárez, jefe de la lucha contra la intervención francesa. Con política liberó Mahatma Gandhi a la India del yugo inglés; militantes fueron, también, personajes tan respetados y admirados, como el Doctor Salvador Allende y el gran poeta Pablo Neruda; igualmente, Nelson Mandela, encarcelado por años por luchar contra el apartheid en Sudáfrica, y, al final, elegido presidente de la República. Política ha hecho Lula da Silva en Brasil, para ganar el poder y hacer progresar a su pueblo (formó el Partido de los Trabajadores). Todos ellos han hecho valiosas contribuciones al progreso de la Humanidad. ¿Cuál era, pues, su delito? ¿Ser miembros de un partido? ¿Debía acaso don Francisco I. Madero pedir perdón de rodillas ante los “sin partido”, los asépticos y francotiradores, por promover y formar parte del partido antirreeleccionista? ¿Habría que juzgar, post mortem, al General Lázaro Cárdenas del Río, el gran agrarista y nacionalizador del petróleo, por haber fundado, él mismo, un partido?

En resumen, hacer política no es por necesidad algo ignominioso, siempre y cuando se haga en pro de la felicidad social. Podemos, pues, ignorar a la política, pero ella no va a ignorarnos a nosotros, y mientras los pobres no sepan qué es el poder ni quiénes ni cómo lo ejercen, nunca podrán liberarse ni influir en el destino del país. Por esa razón es que conviene a los poderosos la satanización de la política: para alejar de ella a los estudiantes pobres y a las grandes masas trabajadoras, impidiéndoles abrir los ojos, reclamar colectivamente sus derechos y encontrar el camino del progreso.

Publicado por Guazapares 09:30 PM 08/03/2013